Tuesday, November 11, 2008

Henrik Ibsen


Dramaturgo y poeta noruego, nacido en el puerto de Skien en 1828 y fallecido en Cristiania (Oslo) en 1906. Su padre, un próspero comerciante, perdió su fortuna poco después del nacimiento de Henrik, lo que hizo que creciera como un marginado social y que descuidara sus estudios.
Luego de cinco años (1844-49) como mancebo de farmacia en Grimstad, y con intención de hacer carrera en la medicina, malgasto un año en la Universidad de Cristiania. Henrik Ibsen ya tenía publicada una comedia, "Catilina" (1850) y se hallaba comprometido en la redacción de otra, "El túmulo del héroe" (1854), cuando fue nombrado asistente de la dirección y poeta domestico en le recientemente establecido Norse Theater de Bergen, donde conoció a Susanna Thorensen, la hija de un clérigo con la que contrajo matrimonio en 1858.
De las cuatros comedias nacional - románticas que Henrik Ibsen produjo en Bergen, incluidas las que había escrito antes, solo una es actualmente recordada después de su acceso a la fama, y es "La señora Inger de Straat" (1855), un sombrío drama de intriga en prosa, con el estilo elaborado y seudohistórico de Eugene Scribe. Sin Embargo, tan insignificante aprendizaje y la dirección artística de un pequeño teatro en Cristiania (1857-62) dieron a Henrik Ibsen una perspicacia singular en temas teatrales de cualquier especie, inigualada entre los mejores dramaturgos desde Moliere.
Al perder su cargo en Cristiania se siguieron meses de desesperanzada y degradante indigencia, de la que fue rescatado por una suscripción pública que pronto se convertiría en una pensión anual del gobierno. En 1864 abandonó Noruega, adonde no volvería en veintisiete años, si se exceptúan dos breves visitas. Fijada su residencia, primero en Italia y más tarde en Alemania, la biografía de Henrik Ibsen se convierte a partir de 1864 en la referencia de sus obras. Cuando en 1891 se hubo hecho un hombre respetable y condecorado, fue a residir a Cristiania, donde murió tras una serie de ataques.
La cima de la madurez del escritor tiene dos distintas fases. Durante los años 1858-73 fue considerado el heredero de los grandes dramaturgos poetas como un bardo conservador de Noruega, en oposición a su colega, el radical Bjornstjerne Bjorson. Las más relevantes obras de esa época son "Brand" (1866) y "Peer Gynt" (1867), largos poemas dramáticos que, si bien no estaban en un principio destinados al teatro, demostraron en el su gran impacto. 
Esto es especialmente cierto en ello que se refiere a la barroca historia existencial del aventurero nórdico Peer Gynt, que es una fantástica y divertida sátira, con chispeantes versos y salpicaduras de ternura y de sombrío simbolismo. En brutal contraste, nos habla de en Brand de la catastrófica misión de un incomprendido apóstol religioso, en el que subyace el severo rigor que le une a Soren Kierkegaard. Éste es también el tema del grandioso drama histórico "Cesar y Galileo" (1873), que, a pesar de la alta estima que le reserva su autor, no la tuvo tanto en el teatro. A esos años pertenece también Los guerreros de Helgeland (1858) en la que Ibsen demuestra ya su dominio de la famosa técnica analítica, la reconstrucción de los hechos del pasado, reales y psicológicos, en el curso de una acción progresiva que explica al mismo tiempo que condiciona; el mejor de los libros de Poemas (colección de 1871), que puede compararse con los de Heinrich Heine; "Los pretendientes al trono" (1863), el mejor drama histórico de Noruega; y dos desiguales comedias, "La comedia del amor" (1862), algo así como una opereta adulterada, y La liga de la juventud (1869), animada comedia de intriga en un ambiente político contemporáneo.
La segunda etapa de Henrik Ibsen es su período realista. De aquí en adelante no escribiría virtualmente más que comedias en prosa sobre las gentes corrientes de su propio tiempo. Esta ruptura completa con el romanticismo la haría conscientemente bajo la influencia del eminente crítico danés Georg Brandes, que en una famosa conferencia en 1871, no solo reprobaba explícitamente el drama de Brand por su estéril trascendentalismo, sino que establecía un programa para una literatura moderna, antiromántica y provista de objetivos.
Conforme con este programa, Ibsen produjo unas cuantas obras que serían una contribución al debate ético - social de aquellos días: "Los pilares de la sociedad" (1877), referida a los fraudes comerciales; "Casa de muñecas" (1879), sobre la sumisión de la mujer; "Espectros" (1881), sobre la moralidad sexual; y "Un enemigo del pueblo" (1882), en defensa de la libertad de expresión. Todas ellas estaban impecablemente construidas, habitadas por protagonistas estudiados en profundidad y que daban a los actores y actrices ocasión de excepcional lucimiento. Respiraban estos dramas un formidable e inusitado doctrinarismo radical; el ex conservador se había convertido en el archiconoclasta de su tiempo.
Dos dramas, quizá los mejores, siguieron a los antes citados: "El pato salvaje" (1884) y La casa de Rosmer (1886). Perteneció a la misma pluma que había escrito Espectros, ya no son estos, sin embargo, una convocatoria a la acción social, sino que, por el contrario, resuelto enteramente a descubrir las relaciones personales y a la revelación del pasado de sus protagonistas, sus inhibiciones mutuas proveen a estos de extraordinaria complejidad en una atmósfera de misterio - no siempre de índole psicológica - que les nimba a menudo de poesía y les dota de infinitas interpretaciones simbólicas, que en otro tiempo tan enérgicamente había rechazado su autor.
El tono sombrío del "El constructor de Solness" (1892) y "Cuando despertemos de entre los muertos" (1899) esta aún oscurecido por las proyecciones autobiográficas que el autor hace sobre sus héroes, que son, como el mismo, artistas y artesanos de sus destinos y reflexionan sobre el precio que hay que pagar por la dedicación exclusiva a su vocación.

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